17 Jul
17Jul

    

 Corrían los años ochenta en la ciudad de Piura ubicada al norte del Perú, cuando a mi mamá le practicaban un parto podálico porque yo estaba sentado dentro de su vientre. Es así como el médico de entonces me volteaba para poder sacarme de pies. Así nací y durante mis primeros cinco meses todo transcurría con aparente normalidad. Una inmensa alegría se reflejaba en mi hogar y en toda nuestra familia, a raíz de mi llegada a este mundo. Además, era el primer hijo de los dos que han tenido mis padres.

     Pasaron los seis meses desde mi nacimiento y no conseguía sentarme. Con tratamiento para el tórax lograron hacer que me sentara al cumplir mi primer año. Luego llegó la época de empezar a caminar y no lo hacía, juntaba mis rodillas; ante la inmensa preocupación que tenían mis padres, casi a mis dos años de edad me llevaron a la ciudad de Lima para hacerme una radiografía, y el resultado les causó una gran impresión emocional, porque mis dos caderas estaban luxadas. Venían días difíciles. Las cosas habían sucedido así ... no era momento de juicios, de culpas, de reclamos... era momento de reflexión y calma para poder tomar sabias decisiones que pudieran encaminar mi vida positivamente.

     A partir de entonces, comenzaron para mí una serie de operaciones, seis en total hasta mis catorce años, tratamientos, rehabilitaciones y sobre todo un proceso de fortalecimiento mental, porque con el transcurso de los años, ver a mi mamá bajar y subir muchas veces un cerro de arena de aproximadamente ciento cincuenta metros conmigo en sus brazos, ya que no había un medio de transporte que llegara a esta zona donde salíamos de la casa de una tía que nos daba hospedaje para poder ir al hospital donde me operaban, ha sido algo que me ha marcado para siempre y que me ha dado muchas lecciones de vida para mi superación personal.

     Gracias a todo este proceso clínico que te he explicado y al apoyo incondicional de mis padres, pero principalmente de mi madre, conseguí caminar a los ocho años con muletas... ¡Qué felicidad para mi familia y claro que para mí también! Antes de eso, cuando era más niño me cuenta mi mamá que cuando no podía caminar, me arrastraba de pansa por el suelo para ir de un lugar a otro dentro de la casa y yo era feliz así, y que también antes de empezar a usar muletas caminaba agarrándome de un banco pequeño con el que me impulsaba siempre hacia adelante.

     Llegó la etapa del colegio y mi madre me ayudó mucho para poder empezar y terminarlo. Gracias a Dios tuve excelentes compañeros de aula que me ayudaron mucho a no sentirme triste por mi condición física, aunque algunas veces no me incluían en algunos juegos, como por ejemplo cuando hacían carreras entre ellos. Esto era debido al temor de que tenían que me pudiera hacer algún tipo de daño y yo pensaba que era porque me discriminaban, hasta que tomé conciencia de que esto no era así. Ya con algunos años más bajo mi responsabilidad, incluso hasta futsal jugaba con ellos en la cancha de nuestro colegio. Esta fue una de las etapas más bonitas de mi vida.

     Posteriormente, hice mi formación técnica profesional gracias a una beca y, mi carrera de ciencias empresariales en la universidad cuando ya trabajaba y me podía pagar mis estudios. El trabajo que tuve en una oficina me ayudó a sentirme realmente útil, y me confirmaba a mí mismo que tener una discapacidad no era ningún impedimento para poder superarme mucho más como ser humano, de fortalecer mis capacidades en el campo profesional y desarrollar una serie de habilidades para mi crecimiento personal. Estuve aproximadamente diez años en una empresa, posteriormente salí de ella y como no encontraba un nuevo trabajo, visioné la posibilidad de dedicarme a hablar en público que es algo que me apasiona desde muy joven y no la había puesto mucho en práctica.

     Y así fue como hace cinco años aproximadamente, comenzó una nueva etapa de mi vida. No encontré mejor manera de poder utilizar el talento para la oratoria y haberme subido hasta el día de hoy a más de 200 diferentes escenarios en mi país, para contar mi historia de vida donde la protagonista principal es mi madre, porque sin ella no se hubiera forjado y fortalecido el camino hacia mi superación personal. Después de unos años de haber iniciado esta aventura de conferenciante motivacional y orador de alto impacto, que por cierto estoy acreditado y soy miembro activo de la Red Latinoamericana de Conferencistas con sede en Colombia, es un gran logro que se lo dedico en vida a mi querida madre.

     Actualmente gracias al apoyo de mi hermana me encuentro residiendo en España, con toda la disposición de seguir aprendiendo cosas nuevas, ya que como se dice uno no deja de aprender cada día de nuestra vida. Estoy adquiriendo nuevas experiencias que enriquezcan mi desarrollo personal, y estoy seguro de que acá se me presentarán nuevas oportunidades, y yo feliz de poder seguir compartiendo mi historia de vida, y que esta pueda aportar algo de manera positiva en los demás.

     Pienso que mi mamá durante muchos años de su vida me preparó para mi crecimiento personal, fueron años de sufrimiento físico para mí y de impacto emocional para ambos, pero en ningún caso estaba como opción el darnos por vencidos. Lo bueno que puedo rescatar de toda esta etapa de mi vida, durante mi infancia y adolescencia, es el hecho de que me ha dejado un gran aprendizaje.

     Mi mamá con su ejemplo de lucha y coraje me ha enseñado a seguir siendo constante para alcanzar mis sueños, de escalar la cima paso a paso siendo consciente de que así como subes también tienes que bajar para pisar tierra y continuar avanzando hasta conseguir el objetivo, de ser paciente y mantener siempre una actitud positiva ante las adversidades que se presentan, de no dejar que las cadenas mentales se apoderen de uno, de mantener vivo siempre el ADN que caracteriza a un ser extraordinario, de la disciplina constante, de fortalecer día a día mi autoestima y no dejar que nada ni nadie desvalore mis capacidades como persona y de la misma manera de ser empático con los demás, ya que cada una de las personas llevan consigo una historia de vida que las hace actuar de determinada manera.

     Siempre tengo presente las siguientes palabras de mi madre: ¡No te detengas hijo… Adelante!

     Y, yo le digo: Madre, cómo me voy a detener si tengo vivo tu ejemplo, tú jamás te detuviste cuando yo más lo necesité.

     Si trato de superarme día a día es porque siempre vienen a mi mente los recuerdos sobre todo el esfuerzo que hizo mi madre para sacarnos adelante a mi hermana (cinco años menor) y a mí, mucho más valorable es que mi madre estando embarazada de mi hermana y, no por ello dejó de llevarme a mi tratamiento y operaciones. Es por esta razón que mi madre, una mujer guerrera, es el verdadero motor que me impulsa a salir adelante. Cada vez que piso un escenario y tengo oportunidad de hablar de ella, lo hago desde el corazón y con tanta emoción que quisiera que muchas más personas supieran de la existencia de esta grandiosa y maravillosa mujer. Sé que lo que hago es algo mínimo en comparación al gran reconocimiento que ella se merece; pero de algo sí estoy seguro, que lo que hago en su honor lo hago con mucho amor; y estoy más que seguro que el amor de una madre hacia sus hijos es la clave principal para romper barreras mentales y superar las adversidades que se puedan presentar durante nuestro trayecto en la vida.

     Desde mi experiencia personal, he podido darme cuenta de que hay personas que tienen circunstancias ideales para triunfar y no lo hacen, y pienso que la causa principal es que actúan y piensan de manera negativa ante los obstáculos y adversidades que se encuentran durante el camino; no se dan cuenta que cada experiencia por más dolorosa que esta sea, siempre nos dejará una lección y de nosotros depende visualizar el lado positivo de las cosas. No debemos permitir que las creencias limitantes apoderen de nuestra mente y sean estas la principal barrera para salir adelante.

     Y es así, como aquí seguimos venciendo y superando los obstáculos que se interponen en el camino, para lo cual siempre me viene a mi mente una de mis frases de automotivación, que dice: “Uno construye su propio camino, encontrarás obstáculos al avanzar; pero si no te atreves a superarlos quiere decir que te encontraste con el más grande obstáculo... ¡Tú mismo!". Y es por esta razón, que jamás seré yo mismo el obstáculo que me impida lograr mis anhelos; y sobre la base del maravilloso ejemplo de mi madre, me considero una persona luchadora, valiente, capaz de conquistar mis miedos, consciente de mis debilidades y más aún de mis capacidades, humilde para reconocer los errores que pueda cometer y sencillo para tener siempre presente de dónde vengo y hacia dónde quiero llegar, ya que en mi mente no existen excusas que me impidan hacer realidad mis sueños, como por ejemplo el de escribir hoy para ti

     Muchas gracias por leerme.

¡Te dejo un fuerte abrazo!


Autor: Ronald Perzcob

Fundador y Director de MotivAcción al Máximo

https://www.facebook.com/MotivAccionAlMaximo/

https://www.facebook.com/speaker.ronaldperzcob/

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO