07 May
07May


     Debes saber que la paciencia es una de las grandes virtudes que existen, pero también una de las más difíciles de cultivar.

     No puedes despertar mañana mismo y decir me convertí en una persona paciente, porque todo lleva un proceso hasta que se convierte en un hábito, y no es una excepción la paciencia.

     Sabemos que debemos ser pacientes con los demás, pero todo parte de ser paciente con uno mismo, de trabajar el propio yo interior. Si no trabajamos la virtud de la paciencia, podemos ir por la vida perdiendo el control fácilmente, desesperándonos o reaccionando de manera impulsiva, lo cual nos generaría muchos problemas; obstaculizándose principalmente nuestro crecimiento personal y profesional. Particularmente yo he tomado la decisión de trabajar este hábito día a día, no he sido de las personas que sea muy impaciente o que pierda el control fácilmente, pero sí lo hecho en algunas oportunidades pasadas; por lo tanto, es necesario mejorar nuestras debilidades para convertirlas en fortalezas personales.

     Ser más paciente nos ayudará a meditar, hacer las cosas bien, visionar correctamente y, esperar con calma y con actitud activa, a que se concreten aquellas cosas extraordinarias que queremos para nuestra vida.

     Existe una frase de Hugh Prather que dice: «Hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas y un tiempo para hacer que las cosas sucedan».

     Y es que todo en esta vida tiene su tiempo; tiempo para curar heridas, tiempo para esperar una respuesta, tiempo para ver los resultados de un proyecto; en el caso de los padres, tiempo para esperar grandes recompensas de sus hijos gracias a su excelente crianza y formación; y, sobre todo, tiempo para alcanzar el éxito. En todos estos casos y muchos más, la virtud de la paciencia es fundamental.

     Hay una historia muy reflexiva sobre el Bambú Japonés, que nos muestra que la paciencia activa es la gran oportunidad que tenemos para realizar nuestro proceso de crecimiento interno, mientras esperamos a que se concrete algo. Te la comparto a continuación:

     «No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, hablándole con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor!

     Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

     Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

     Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

     Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años.

     Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

     De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.

     Y esto puede ser extremadamente frustrante.

     En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que “en tanto no bajemos los brazos” ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo, dentro nuestro…

     Estamos creciendo, madurando.

     Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

     Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces…» (El proceso de crecimiento interno: el bambú japonés, 2011)1.

     Bien, después de esta reflexiva historia y antes de finalizar, quiero compartir contigo una de las famosas frases de Mahatma Gandhi en relación al tema de hoy que dice: «Perder la paciencia es perder la batalla».

     Así que ha ganar tu propia o propias batallas… ¡Levántate y triunfa!

     Si sabes que tienes visualizadas correctamente las metas en tu vida… ¡Sé paciente!

     Si sabes que estás haciendo las cosas bien… ¡Sé paciente!

     Si sabes que no eres tú el o la que ha fallado… ¡Sé paciente!

     Así como quizás hemos desarrollado hábitos negativos en nuestra vida, es hora de que hagamos a la paciencia un hábito fundamental de ella. La decisión está en cada uno de nosotros. Empieza por realizar acciones positivas diarias y ejercicios de respiración que te ayudarán mucho a relajarte, tranquilizarte cuando estés impaciente y sobre todo reduciremos el estrés cuidando nuestra salud que es muy importante para lograr los objetivos y metas trazadas.


Autor: Ronald Perzcob

Fundador y Director de MotivAcción al Máximo

https://www.facebook.com/MotivAccionAlMaximo/

https://www.facebook.com/speaker.ronaldperzcob/


Referencia:

1. El proceso de crecimiento interno: el bambú japonés. (8 de marzo de 2011). Obtenido de David Topí Explicando el mundo que no vemos: https://davidtopi.net/el-proceso-de-crecimiento-interno-el-bamb-japons/



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